Era sábado en la mañana. Intentaba encontrar un lugar
tranquilo y agradable para entrevistar con una camarita de video a Lilianne,
quien acababa de culminar su programa Rompiendo la rutina. Entramos en la sala
Esteban Chartrand a la entrada de la Unión Nacional de Escritores y Artistas y percibí
que estaba expuesta la exposición Marinas. Me habían dicho que la autora
tenía debilidad por el mar y en esta
ocasión me percaté que se inspiró en paisajes del litoral matancero. De pronto,
sin presentación alguna irrumpió una mujercita, de pronunciados labios rojos,
zapatillas y pantalón verde.
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