Los tesoros de Leidy

Su voz, grave, me pareció la de una mujer robusta y fuerte. Pero  estaba errada. Leidy Suárez Lantigua es una muchacha sencilla, pequeña  de estatura, delgada. En nuestro primer encuentro usaba sandalias de  piel, saya corta de mezclilla y pulóver negro con la siguiente frase: Music makes de lose control. Su pelo con ondas, suelto y sin teñir. Me llama la atención el bolso que portaba, confeccionado a tela de rayas  que figuran entre las tonalidades del amarillo y el carmelita, y que más entrada en la conversación me enteraría que lo realizó ella misma.

Días antes habíamos hablado por teléfono para coordinar la  cita. Algunos periodistas prefieren las entrevistas con personalidades  destacadas y olvidan a quienes cuentan con una obra inédita y aspiran al  reconocimiento. Todos comenzaron bajo la sombra del desconocimiento.
Leidys es una excelente diseñadora y realizadora de manualidades, que  con solo 28 años de edad experimenta en este maravilloso mundo y en estos momentos realiza su primera exposición De tal bolso…tal persona,  en conjunto con su mamá Nieves Lantigua Santana.
Cuando Leidy se licenció en la carrera de Psicología en la Universidad  de La Habana, jamás imaginó que tuviera éxitos en la artesanía.  Mientras entablábamos el diálogo en el acogedor patio de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, constato que a Leidy le asustan las grabadoras.
Logro convencerla de que la ignore y me vienen a la mente aquellas palabras de Gabriel García Márquez, en su artículo Sofismas de  distracción: “Las grabadoras son muy útiles para recordar, pero nunca  hay que descuidar la cara del entrevistado, que puede decir mucho más  que su voz, y a veces todo lo contrario”.
Luego de adaptarse a la tecnología y al entra y sale de personas que van a comprar algo a la cafetería, que nos miran de soslayo como  a  dos extrañas que irrumpen su espacio de merendar, intercambiamos con  familiaridad, de manera tal que ahonda en sus recuerdos y el silencio  reina por un instante.
“Desde pequeña me ha gustado la costura. Cuando era niña le hacía las ropitas a mis muñecas cocidas a mano. Después aprendí a tejer crochet en quinto grado. Me había enfermado, tenía que estar todo el tiempo en  la cama y al verme aburrida una vecina me enseñó. Transitábamos por el Período Especial y lo que yo tejía se vendía, convirtiéndose en una  posibilidad económica de la casa. Es por eso que  enseñé a tejer a mi  mamá y finalmente ese es su oficio.
“Siempre me ha interesado (la artesanía o los bolsos) y las he hecho empíricamente hasta que en La Habana empecé un curso de corte y  costura en la organización Hermanas Tejedoras de Belén, que ya  desapareció. Después continué en otro  curso para hacer carteras y  otros accesorios durante casi dos años seguidos, con una frecuencia  bimestral. Allí fue donde aprendí la técnica de hacer las carteras, los tipos de asas y fondos, los cuerpos, los rizados y las pinzas”.
“Mi abuela tenía una máquina de coser en la casa, pero nunca me dejaba tocarla porque pensaba que se la iba a romper y yo me moría de ganas
por hacer mis costuras. Hasta que un día me entero de una persona que vendía una en 300 pesos, y como ya trabajaba, con mi salario me la  compré y empecé a realizar mis sueños”.
A Leidy  las palabras le surgen con espontaneidad y  sinceridad. Habla rápido y sin tabúes.
“Muchas de las carteras que presenté  en la exposición fueron  confeccionadas como tareas de clases. Con el tiempo  me despegué  del  profesor y  buscaba moldes nuevos, mezclaba las ideas que aprendí y  así diseñaba piezas propias”, confiesa la joven artista.

-¿Cómo al mismo tiempo llevas tu vocación por la psicología y el diseño?
“He tratado, consciente o inconscientemente, de conciliar las dos cosas que me gustan mucho: las manualidades y la profesión que  estudié. Actualmente trabajo en la sala de psiquiatría del Hospital  Pediátrico y utilizo esos recursos artísticos con los niños en las  terapias. Me siento realizada y a veces me cuestiono si hay que dedicarse a una de las dos cosas en la vida, y me parece que no sabría  elegir. Por las noches cuando tengo tiempo libre, a veces hasta muy  tarde es que hago las carteras y sobretodo los fines de semana”.

Para esta exposición Leidys ha realizado su mayor producción de  bolsos: 27 carteras en total, de ellas nueve son tejidas y 18 de tela,  también figuran cuatro cojines estampados.
“Los materiales los consigo de las más disímiles maneras, porque se  pueden hacer desde telas nuevas hasta lo que uno se encuentra. A   veces uso telas que tengan más cuerpo, de tejido más grueso y que en  las tiendas son difíciles de adquirir. Utilizo ropa reciclada, piezas viejas ociosas en la casa, una hamaca militar, una bata de casa gastada, pedazos de mochila desarmadas para usar las argollas, o  simplemente telas que me regalan las personas. Eso sí, las hago de  tela o yute, nunca he realizado ninguna de vinil. Aunque a veces hay  que innovar bastante porque es difícil conseguir los tejidos cuando se  me ocurre una idea de un bolso específico y no poseo los materiales.
Antes hacía las carteras sistemáticamente, con las tareas semanales  del curso, y hasta estuve un tiempo casi haciendo una cartera diaria. Todavía no tengo la habilidad desarrollada porque casi la fui  entrenando en la medida que fui haciendo estos mismos bolsos y me  demoraba, buscando la perfección.

-¿Qué se necesita para ser una buena diseñadora?
“Creo que para ser diseñadora de carteras o cualquier otra cosa que vayas a hacer en la vida, con esfuerzo puedes llegar a lograrlo”, asevera.
Esta joven artista tiene todo el apoyo de su mamá, quien también es  miembro de la ACCA y artesana, desde aquella época en que su hija la  enseñó a tejer. Ambas trabajaron para esta presentación, una con  fuerza en la técnica del crochet, la otra especializada en las de  tela, pero todas con un exquisito buen gusto.

“La exposición se llama De tal bolso…tal persona, la titulé así porque  de alguna forma es un poco la psicología del bolso, qué te inspira a ti ese bolso con sus colores, que tiene esas mezclas, que puede estar  roto, que puede estar muy bien trabajado, o que se hace a pedacitos.  Tratamos mi mamá y yo de dejarlo libre, dinámico, que cada cual vea en el lo que quiere, lo que le gusta, lo que late en cada persona, pero  definitivamente no te suscitan los mismos sentimientos un bolso roto,  a un tejido grueso, de yute, de fibra sintética a uno más terminado de color entero, o los colores mezclados”.
Luego de la entretenida charla, Leidy me enseña su colección, su  pequeño tesoro. Me muestra los secretos de cada cartera y el  significado de cada forma y color. A estas alturas, la despedida es  inevitable. Habrá otros encuentros, solo depende del futuro. Esta es  su primera exposición, aunque auguro que no será la última, porque su talento y creatividad ya son apreciados por el público.

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