La carpeta secreta

 Ahora puedo reír recordando aquellos pasajes que describe la periodista Yirmara Torres en su blog Pedazo de Cuba, cuando en aquel tiempo lo que quería era llorar. Comparto el texto.


Supe del volumen Manuel = Manuel, dedicado a ese grande de la caricatura cubana que es Manuel Hernández, mucho antes de que fuera publicado, o recientemente presentado en las ediciones habanera y matancera de la Feria del libro 2015 en Cuba.

Sabía de él aún antes de que su autora Lis García Arango lo defendiera como la Tesis de Grado que la llevó a ostentar desde 2012 el título de Licenciada en Periodismo.

Mi grabadora digital y mis pocos conocimientos de grabación y edición de audio están ligados a la génesis de Manuel = Manuel.


Un día me llama Hugo García, colega, corresponsal de Juventud Rebelde en Matanzas y padre de Lis, para pedirme, por favor, que le prestara mi grabadora a “la niña” para hacer las entrevistas para su tesis. La de Hugo entonces (ignoro si habrá mejorado su disposición tecnológica) era de casete y estaba “en candela”.

Yo no sé decir que NO. A Hugo no podía decirle que no. Y a Lis, menos. Le había cogido cariño desde que llegó a Radio 26 (en segundo o tercer año) a hacer sus prácticas laborales y me designaron como su tutora. Cariño y admiración por su carácter afable, su sencillez y su talento.

Así que aunque la grabadora no era mía, sino medio básico de Radio 26, se la presté en varias ocasiones para sus entrevistas a Manuel.

Un día Hugo llegó con Lis a la casa, de noche. Le expliqué cómo funcionaba el aparatico y se lo entregué por unos días. No sin antes decirle que no se extendiera mucho porque yo también lo necesitaba.

Pensé que Lis había entendido bien, pero ¡qué va! La entonces pichona de periodista entendió a medias. O quizás no le expliqué bien. Como sea, Lis guardó en la carpeta S, la única carpeta secreta que requiere de contraseña para extraer los archivos, casi todas sus entrevistas a Manuel. Conversaciones de horas y horas.

Lis llega a la casa muy contenta para que la ayudara a extraer las grabaciones, pues se necesita tener instalado en la computadora el programa Voice Editing. Y cuando reviso, la sorpresa: ¡todo estaba en la S, la susodicha carpeta secreta!

“Lo guardé ahí porque estaba vacía”, me dijo casi llorando. “¡Ay, Lis! ¿Y ahora que hacemos?”
Siempre hay solución para todo. “Mira Lis, yo no me acuerdo ni remotamente de la contraseña que le puse a la grabadora, pero podemos grabar la entrevista en tiempo real en un editor de audio y así la puedes tener”, le dije.

Un sábado, mientras yo lavaba, Lis, y el que era su novio entonces, fueron a la casa y estuvieron cerca de 6 horas (o más) pasando las entrevistas para poder almacenarlas en su computadora. De lo contrario Lis hubiera tenido que transcribir directamente de la grabadora, algo bastante incómodo; sin contar que podía agotar las pilas, escasas y caras.

Luego no supe nada más del proyecto; sí que Lis se había graduado con 5. Luego la vi llegar a TV Yumurí y de vez en cuando conversaba con ella, sobre sus insatisfacciones, sobre sentirse subutilizada, sobre sueños…

Pero jamás pensé que el proyecto se hiciera libro. Muchos periodistas se han graduado haciendo historias de vida de profesionales de la prensa en el país, que incluyen como producto final un proyecto de libro, y casi siempre terminan almacenados, olvidados; como tesoros enterrados.

Así que cuando supe que Lis, la muchacha sencilla que camina suave como para que no sientan sus pasos, la que esconde su talento tras la timidez, la editora de la página Web de TV Yumurí, había publicado el libro, me alegré mucho.
Y aunque no he asistido a ninguna de las dos presentaciones: la primera en la Cabaña, en La Habana; y la otra aquí, en Matanzas, en la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, ya Lis me dedicó el libro.

Cuando la felicité, Lis extrañó mi alegría inusitada, como si la obra fuera mía. “Estoy feliz, porque Manuel se merece ese libro y tú que te lo hayan publicado”, atiné a contestarle, mientras me preparaba para devorarlo.

Ah, y lo que Lis no sabe es que nunca borré de mi grabadora y de mi computadora las entrevistas a Manuel. “Son tuyas, Lis. Nunca las usaría sin pedirte permiso o darte el crédito. Pero las atesoro, porque también son un poco mías. Después de todo, no solo te presté mi grabadora, sino que te ayudé a salvar tus grabaciones de la carpeta secreta”.(Tomado del Blog Pedazo de Cuba)(Por: Yirmara Torres)

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