(Beso robado, del fotógrafo francés Robert Dosineau) |
Besaré mucho. Y con pasión. Donde todos me vean. Besaré siempre
como si fuera la última vez, o como si me marchara a la guerra, o como el día
antes de entrar a la cárcel, o al manicomio, o al cementerio.
Los malos besos no debieran llamarse
así. Se les podría decir choque, o roces, o intercambios de saliva, pero si la
vida no se te va entre los labios, no has besado nunca. Y a la larga, no has
vivido.
Besaré otras bocas, sin escrúpulos. A
cualquier hora. Temprano o tarde. No olvidaré las mejillas. Ni la frente. Ni
las manos. No obviaré tampoco las plantas de los pies. Besaré en público tanto
como en privado. Lo bello no merece ocultamiento.
Besaré al precio que sea necesario. Aunque
invierta la reserva de moral. Pecaré, mentiré, traicionaré si es preciso, pero
nunca dejaré de hacerlo con pasión, como si se me fuera la vida entre los
labios. Esa es mi única amnistía. (Publicado originalmente en La Letra Incómoda)
0 comentarios: