A
mi vida llegó un libro como un rectazo en estos días de pasión
beisbolera. “Un rectazo en forma de línea” es la dedicatoria que me
escribió Miguel Terry Valdespino, uno de los antologistas, junto a Francisco García, de la selección Escribas en el estadio. Como un jonrón con las bases llenas lo hojeo en mis manos por pura casualidad.
Ahora
doy gracias por tenerlo, porque apenas se imprimieron 1000 ejemplares
de este preciado tesoro. Al principio no comprendí el significado de la
dedicatoria. Por fin supe que un rectazo es un lanzamiento en línea
recta, de forma directa, generalmente el de mayor velocidad lanzado por
un pitcher, que muchas veces sorprende al bateador y puede hasta
poncharlo.
Y confieso, jamás imaginé que Escribas en el estadio llenara mis expectativas, pero para mi sorpresa las suplió y me dejó enamorada del deporte que adoran la mayoría de los cubanos.
Tampoco sabía que alguien como José Martí,
inmerso entre tantos derroteros por vencer y la vorágine
independentista, dedicó su interés por lo que hoy nos identifica como el
pasatiempo nacional, al escribir sobre este deporte en La Nación,
de Nueva York, el 28 de junio de 1888: “(…) por su firmeza para recibir
la bola de lejos, o la habilidad para echarla de un macanazo a tal
distancia que pueda, mientras la devuelven, dar la vuelta el macanero a
las cuatro esquinas del cuadrado en que están los jugadores, (…) gana
fama en la nación, enamorada de los héroes de la pelota, y aplausos de
las mujeres (…)”.
Creo que Martí, como yo, aunque presenció algún partido y averiguó por sus reglas, nunca lo practicó.
Ya
en Cuba no es exclusivo de los hombres. Dicen que las mujeres lo juegan
con tanto ímpetu como los varones, porque la pelota corre por la sangre
de los cubanos desde hace más de una centuria, cuando nació a pocos
metros de mi casa, en el estadio Palmar de Junco, donde se jugó por
primera vez béisbol en el siglo XIX.
Lo cierto es que el béisbol es el deporte que nos identifica, al formar parte de la idiosincrasia de todos los cubanos.
El libro Escribas en el estadio, de la editorial Unicornio, del Centro provincial del Libro y la Literatura en La Habana,
es una recopilación de cuentos cubanos sobre béisbol que se publica por
primera vez en Cuba. Veintiséis narradores nos entregan sus historias
vinculadas a la pelota.
El
libro tiene una estructura singular, con autores consagrados y noveles.
Comienza mencionando al equipo, encabezado por el receptor Leonardo Padura Fuentes,
acompañado de Félix Julio Alfonso López y Enrisco. Como jugadores de
cuadro se encuentran David Mitrani, Eduardo del Llano, Ismael González,
Amir Valle Ojeda, Marcial Gala y Arturo Ojeda.
Luego
le siguen los jardineros Lorenzo Lunar, Alberto Garrido Rodríguez,
Yoss, Alberto Guerra Naranjo y Reinaldo Medina. Comprendo que es un
tremendo equipazo, por lo que no puedo dejar de nombrar a ninguno porque
sería establecer privilegios entre tan buenos escritores.
¡Y
aquí llegan los lanzadores! Carmen Hernández Peña al frente, la única
mujer en dicha selección. ¡Y después dicen que las mujeres no saben de
pelota! Además de Carmen hay 10 lanzadores más, un preparador físico y
por último, no sin menos méritos, el director Miguel Terry Valdespino.
De manera original el libro continúa con la antesala, que no es más que el prólogo que hace Félix Julio Alfonso López.
Ya
entrando en calor, se inicia el juego. En los cuentos se abordan desde
diferentes ópticas el machismo, los equívocos sexuales y la
homosexualidad.
Quizás el texto más antiguo de estas narraciones, fechado en 1989, pertenece al autor de La novela de mi vida,
quien desde que vio jugar a los legendarios Industriales de la década
del 60, quedó contagiado con la fiebre del béisbol y escribió junto a
Raúl Arce el libro Estrellas del Béisbol, que recoge los mejores testimonios de aquella primera generación de peloteros cubanos post revolucionarios.
También Padura, en el cuento La Pared, ilustra la época de los 80, de pocos jonrones, bateadores veloces y lanzadores inteligentes.
Según
el prólogo, Carmen Hernández, una de las pocas mujeres que ha abordado
el tema deportivo en la literatura cubana, en su texto titulado Final de Juego,
realiza una crítica a la representación tradicional de los roles de
género, manifiesta en la oposición de los personajes,
pelotero-hombre-macho y escritora-mujer-hembra deseada.
Sin dudas, Escribas en el estadio es una selección que perdurará como un rectazo por el medio de home en esta Cuba de peloteros.
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