La obra teatral cubana Huevos,
del dramaturgo matancero Ulises
Rodríguez Febles, será estrenada el próximo 16 de noviembre en Miami, por Akuara Teatro, La Má Teodora y el Archivo Digital de Teatro
Cubano de la Universidad de esa ciudad norteamericana.
Esta puesta en escena, escrita en el 2004 y estrenada por
Mefisto Teatro en el 2007, refleja los hechos reales que precedieron
el éxodo masivo de cubanos a través de la flotilla del Mariel en 1980 y las
consecuencias de este suceso que ha marcado a generaciones de cubanos de las
dos orillas.
La pieza, bajo la dirección general de Yvonne López Arenal y Alberto Sarraín, cuenta con la participación de los actores: Enrique Moreno, Micheline Calvert, Liset Jiménez, Carlos Alberto Pérez-León, José Antonio Orta, Marcia Arencibia-Henderson, Miriam Bermúdez, Christian Ocón, Roberto Bello e Imaray Ulloa.
Sobre Huevos, que forma parte
de la trilogía Dramaturgia del éxodo, junto a Campo Minado y Ciudadanía,
su escritor Ulises Rodríguez, quien trabaja en Miami en el montaje de la obra
compartió algunas valoraciones vía correo electrónico.
-¿Cómo nació la idea de escribir Huevos?
“Escribir es un acto complejo, una necesidad y un
placer que vive con el ser humano. Un texto dramático nace de una imagen,
de un suceso, de un personaje, una historia y hasta de una frase que te
impactan, que despiertan la creación. El acto de escritura es un reservorio de
cosas que uno ha experimentado, escuchado, investigado. Un autor tiene una
responsabilidad consigo mismo y con los demás. De todas esas sensaciones nació Huevos,
primero de imágenes, después de sucesos y personajes”.
-¿Cuáles
son los temas que aborda en la obra?
Es una obra que aborda una
temática viva y palpitante, una zona de la memoria difícil y compleja,
emocionante y dolorosa. Una obra que todo el mundo sabe, debe ser muy polémica
y donde cada cual tendrá su propia historia. Lo que me interesa es la interrogación, de
ciertos fenómenos humanos y sociales; la búsqueda de perspectivas y
enfoques (éticos, psicológicos, estéticos, ideológicos...), relacionados con la
naturaleza humana, inmerso en lo social. Es importante comunicarme con los
otros, y esa recepción solo se produce en el caso del teatro, primero en
la lectura, que es más íntima y luego en el escenario, en contacto con un
público heterogéneo.
-¿Cómo
surgió la iniciativa de presentar la obra en Miami por Akuara Teatro y cómo ha
sido la experiencia de trabajar con ese grupo teatral?
Siempre hubo mucho interés
en hacerla en Miami. Lo que es lógico. Antes se leyó en Brasil y España.
Akuara Teatro, que preside Ivonne López Arenal, decidió hacerla y me lo
propusieron, con la colaboración de Ma Teodora y el Archivo Teatral de la
Universidad de Miami. Ellos tienen su propio equipo de colaboradores, incluidos
actores que forman parte de la institución y otros, que invitan según las características
de la puesta en escena. Ellos han estrenado textos de dramaturgos cubanos;
porque uno de sus objetivos esenciales es difundir y promover la
dramaturgia cubana. Y yo acepté la propuesta.
En cuanto a la experiencia
de ver cómo trabajan en Akuara, como se enfrentan al riesgo del teatro, es
también para mí una experiencia única. Me permite ver y confrontar.
-¿Qué
significa para usted presentar esta obra en Miami?
La importancia de que se presente en Miami, un texto
que aborda una temática relacionada con gentes de los dos países, por un
autor que vive, trabaja y palpita en Cuba, con actores que viven en Estados
Unidos, que son parte de varias generaciones, con historias diferentes, creo
que es un hecho significativo. Un acto de respeto al arte, que al menos para
mí, es sustancia visceral de mi vida. Porque el teatro se escribe para
que se represente o si no es documento para la posteridad; porque se escribe
para que dialogue, para que produzca un acto de fe, de conflictos, de
reencuentros, con lo que es capaz de lograr el teatro como hecho artístico: su
deslumbrante poder de entrega al prójimo. Cada cual encontrará -como sucedió en
Cuba- lo que provoque su individual experiencia humana y social.
-¿Ha realizado alguna versión de la obra en Miami?
Esta es una obra de muchos
actores, porque es una obra coral, fragmentada. Hasta ahora están trabajando
rigurosamente en los ensayos bajo la dirección de Alberto Sarraín y con un
grupo de colaboradores muy profesionales, como los diseñadores de vestuario,
luces, escenografía; los creadores de imágenes audiovisuales y otros más.
Trabajar con el autor en los ensayos permite, modificar textos, aclarar,
sintetizar e incluso cambiar. Eso hace vivo el teatro, sin que nada haya
cambiado, esencialmente; salvo que Alberto Sarraín ha dinamitado la estructura
original, para su dramaturgia espectacular.
Creo que es una de las
transformaciones esenciales a nivel textual: la estructura. Pero el autor -es
decir yo- proponía en las didascalias, que permitía a futuros directores,
"mover" las escenas, jugar con ellas. Eso me parece interesante,
porque es su perspectiva estética de la sucesión de los acontecimientos, que
ocurren entre 1980 y 1993.
-En
sus presentaciones en Cuba, Huevos
tuvo gran acogida por el público. ¿Piensa que será igual en los Estados Unidos?
Huevos
provocó una impactante relación con el público en Cuba, que mucha gente,
incluida la crítica ha reflejado. Sentado en la butaca, uno escuchaba a la
gente sollozar; existía una extraña y hermosa comunión entre la gente reunida
en una sala oscura, recepcionando un fragmento de la Historia Nacional,
de una etapa convulsa y polémica. Para mí como autor es muy significativo, en
esas y otras obras. Escribo, entre otras cosas, para la gente de mi país. Y uno
como artista tiene un compromiso ético. En el caso de Miami, aún no sabemos que
sucederá; pero es interesante, porque es otro tipo de público.
Ya he visto a
personas llorar en los ensayos, por empatía, por la parte humana de lo que
ocurre en la obra. Por eso pienso que si tendrá acogida en este nuevo
escenario. Ya mucha gente esta reservando su butaca para las funciones. Aunque
lo que sucederá, está por verse.
-¿Considera que con la puesta en escena de Huevos se contribuirá a fortalecer las
relaciones, al menos en el plano cultural, entre los Estados Unidos y Cuba?
Desde hace varios años, esta
relación se está sedimentando con varios hechos de la esfera cultural, y
específicamente en el universo del teatro. Creo que es imprescindible la
colaboración en diferentes y novedosos proyectos. Ahora mismo -por ejemplo- se
acaba de poner en el Festival de Teatro de La Habana, por el grupo de teatro El
Público, bajo la dirección de Carlos Díaz, Ana en el trópico. Un
texto imprescindible, de un autor también imprescindible, como lo es Nilo Cruz,
que además nació en Matanzas, y se llevó a escena con actores que viven
en Cuba y los Estados Unidos. El arte, la relación entre la gente que
hace arte, es un vínculo que une y jamás separa. Así lo veo. La
dramaturgia cubana es una sola, lo que la diferencia son tendencias, estilos,
el lugar donde se escribe; pero pertenecen al imaginario cultural de una misma
nación. El acto creativo de los que ahora mismo ensayan Huevos, es un
acto de fe y amor al teatro. Los teatristas somos gente, que viven con
fe, en esos espacios oscuros, donde se procrean otras vidas. Creo en el ser
humano y en el amor, que es lo que nos salva a todos.
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