Átate una trenza

 Cuando te sientas triste,
átate una trenza.
Enreda los motivos
en las puntas de tu pelo
y comienza a tejer,
nudo a nudo,
la libertad.

Hace exactamente un año atrás, un amigo me regaló este poema, en Mamantuabo (Esmeralda, Camagüey). Me hacía una trenza mientras él lo escribía. Una trenza que esclavizaba mi cabello. Lo ataba sin contemplaciones. Lo estiraba. Lo torcía. Lo enredaba en tres divisiones. Al peinarlo dejaba en cada nudo mis tristezas, mis aflicciones, mis miedos y mis angustias.
Luego la trenza galopaba en mi espalda. Se movía de un lado a otro. Guiaba mis pasos. Era feliz. Cuando se deshacía, mis dedos comenzaban a tejerla nuevamente. Volvían a atarme una. Quizás tejían mi libertad. Y como yo amo tanto la libertad mantenía mi cabello aprisionado. Desde entonces mi trenza me acompaña para no dejarla escapar.



1 comentario:

  1. Uy!!! que lindo!!! menos mal que andas con la trenza, porque con el pelo suelto ni Mufaza te hace nada

    ResponderEliminar