Era sábado en la mañana. Intentaba encontrar un lugar
tranquilo y agradable para entrevistar con una camarita de video a Lilianne,
quien acababa de culminar su programa Rompiendo la rutina. Entramos en la sala
Esteban Chartrand a la entrada de la Unión Nacional de Escritores y Artistas y percibí
que estaba expuesta la exposición Marinas. Me habían dicho que la autora
tenía debilidad por el mar y en esta
ocasión me percaté que se inspiró en paisajes del litoral matancero. De pronto,
sin presentación alguna irrumpió una mujercita, de pronunciados labios rojos,
zapatillas y pantalón verde.
¿Qué están hablando mal de mí? Me quedé estupefacta. Ya la
había reconocido. Era Zaida del Río, la pintora de esos cuadros. Nos miramos
las caras y la mueca de no saber de que me hablaba, debe haberla molestado
porque me seguía mirando con una mirada fija que asustaba.
¿Tú fuiste la periodista que me entrevistó ayer?
No, no fui yo. Solo alcancé a decirle. Acto seguido viró su
espalda y se fue. Hoy me cuestiono si esa debió ser mi actitud, si debí
halagarle su obra, o pedirle un autógrafo. Solo me quedó la satisfacción de haberla
honrado con estas imágenes y mi voz.
0 comentarios: