He tenido el placer de asistir a varias puestas en escena del dramaturgo matancero Ulises Rodríguez Febles, tales como Buena muerte y El concierto, pero sin dudas la que más me ha impactado y ha tocado mi sensibilidad ha sido Huevos. ¿Por qué?:
Toda obra de teatro tiene sus aciertos y desaciertos, sus virtudes y sus
verdades. Unas alcanzan la sublimidad, otras perecen en la
trivialidad. Existen obras cumbres, clásicas, magistrales; y obras
inocuas, superfluas, insignificantes. Obras que nacen para ser
recordadas, para quedarse perennemente en la memoria de los
espectadores, mientras que algunas no pasan de una puesta en escena.
Huevos es una de esas obras sublimes, que abordan dos o tres verdades de
la Cuba de ayer de la década de los ochenta, de sucesos que marcaron la
vida de personas, de lágrimas que se derramaron, de familias que se
separaron, de “huevos que se tiraron”.
Su autor Ulises Rodríguez Febles supo humanizar un acontecimiento de
envergadura política y social, caló en los sentimientos humanos y
presentó con un diálogo armonizado un texto que refleja escenas de lo
cotidiano, con un lenguaje popular y sencillo.
Frases como “Pim pom fuera, abajo la gusanera”, llegan al auditorio por
tocar un tema tan sensible para aquella época en la historia de Cuba, en
que muchos cubanos se lanzaban al mar por el puerto del Mariel,
mediante cualquier “artefacto” que navegara hasta los Estados Unidos.
Ulises era un niño cuando aquellos años extremadamente convulsos, vio
los mítines, y vio las cajas de huevos en casa de alguien, preparados
para ser lanzados al otro día. “Esas imágenes se sedimentan en tu
sensibilidad, especialmente cuando eres un niño y se une a lo que
investigas; seleccionando, sintetizando, dramatúrgicamente miles de
testimonios diversos ycontradictorios. En la lejanía, veo estos sucesos
como un torbellinovertiginoso, dramático que implicó a muchos; que no
debe repetirse”, recuerda el destacado dramaturgo matancero.
Aunque en realidad el punto de partida, lo que lo motivó a escribir el
texto fue “el regreso de alguien que depositó huevos en la casa de
alguien. Es una escena muy dramática. Los autores interrogan una
realidad, intentan desentrañarla, cuestionan y polemizan. Es la esencia
del acto de escribir”.
En todas las presentaciones que tuvo en la Isla, desde su estreno
mundial en el 2007, por Mefisto Teatro, ha sido bien acogida, bien
recibida por la crítica, por el público, por todos. “En Cuba la vieron
espectadores de otras latitudes y también se conmovieron, lloraron.
También la han estudiado investigadores foráneos y han encontradoclaves
que le son afines, que dimensionan los límites geográficos de lo que
cuenta Huevos, creo que por el aspecto humano que la recorre”, acota su
autor.
Aunque durante estos días se mudó de escenario, voló hacia la otra
orilla. El 16 de noviembre fue su estreno en Miami, por el grupo de
Akuara Teatro, presidido por Ivonne López Arenal, con puesta en escena
de Alberto Sarraín, quien hizo una lectura muy personal del texto.
“Miami es bastante cosmopolita. Creo que más allá de lo que cuenta como
acontecimiento esencial, los sucesos tormentosos de los ochenta, visto
desde diferentes perspectivas; también hay zonas donde muchas personas
del público puede verse reflejado: las separaciones, los reencuentros,
el
dolor, la nostalgia, la perdida de aspectos significativos de su
existencia; el odio, la memoria y la desmemoria, la fuerza abrumadora de
la irracionalidad colectiva en momentos cruciales. Por eso creo, que
funciona en cualquier contexto”, opinó el destacado dramaturgo
matancero.
Sin embargo siempre se mantuvo la duda de la aceptación y la
repercusión, pues la mayoría de las víctimas de Huevos viven allá y
fueron las recibieron en carne propia aquellos lamentables hechos.
También viven los testigos de los acontecimientos y los que eran muy
pequeños o los que no habían nacido.
“El contacto con el público lo dice todo. La naturaleza humana, a veces
es impredecible. Son reacciones estéticas, ideológicas, psicológicas,
éticas, a algo que proviene de un recuerdo doloroso. Todo eso fluyó
durante la puesta en escena, que es sobre la memoria de una nación;
sobre las
separaciones, los reencuentros, la irracionalidad humana. Una reflexión
sobre un acontecimiento que nos toca a todos”, valoró Ulises.
Y al final logró sus expectativas. “El teatro se repletó, no quedó una
silla vacía, por el contrario el público estuvo de pie. Fue un auditorio
diverso, compuesto por críticos, académicos, marielitos, jóvenes y
mayores. Luego vinieron los aplausos y las ovaciones; las lágrimas y
las mismas emociones de siempre, sin importar la nacionalidad”, así comentó sobre la puesta, que al
parecer resultó un rotundo éxito.
Pero Ulises no se conforma, él aún sueña y tiene aspiraciones con
Huevos: “Quisiera que dejara en la gente, la necesidad de comprensión y
entendimiento entre los seres humanos. Creo lo único que nos salva es
la bondad, la compasión, el respeto al otro; más allá de las diferencias
de cualquier tipo. La importancia del respeto a la individualidad, a
las creencias de cada uno. Huevos tiene un personaje, muy breve, pero
hermoso, que se llama Enelia,que es el único que se salva, porque cree
en el ser humano, en el valor dela familia; porque se defiende, siendo
fiel a sus sentidos de la vida y la significación de sus actos. Quizás
en Enelia está la esencia de la obra”.
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