El tiempo



“El más grande de todo los autores es el tiempo. Es él quien escribe siempre los finales perfectos”
Charles Chaplin
Se imaginan  que pasaría si el implacable tiempo se detuviera a tomarse unas vacaciones. Si así lo hiciera algunos relojes dejarían de marcar constantemente las horas, quedarían olvidados, estáticos, inservibles. Quizás ya no necesitaría e imploraría tanto encontrar mi reloj perdido, quién sabe en que lugar cuyo nombre no recuerdo.
Si el tiempo se detuviera sería el absurdo mundial. Muchas personas entrarían en pánico y hasta la señora muerte con su guadaña andaría desorientada.
Si  el tiempo se detuviera quedaríamos paralizados, congelados en el mismo sitio. Sería triste pensar, que ya no pensaríamos más, que no veríamos más un amanecer o un atardecer o que la risa de los niños se extinguiría de la faz de la tierra.
Pero sería reconfortable saber que las balas se detendrían antes de penetrar en la piel de un inocente, que las guerras cesarían, que los pobres ya no pedirían limosna y no pasarían más hambre, que las enfermedades malignas no se propagarían.
Para bien o para mal, creo que es mejor que el tiempo no se tomé unas vacaciones muy prolongadas, para seguir moviéndonos en este mundo loco que nos tocó vivir.


El tiempo no regala minutos. 
Ni siquiera segundos. 
No vuela, aunque lo parezca, 
simplemente pasa
inexorable, ante nuestras vidas. 
Somos nosotros quienes debemos 
vivir los segundos, 
como si cada uno de ellos
fuera el instante preciso
de nuestro último aliento.
El tiempo transcurre, 
y en su caminar 
tenemos comprado el pasaje de la vida.
Para seguir su estela
y no detenernos jamás.
Si lo hacemos, 
si paramos ése sólo segundo de duda, 
será un instante perdido
que no acompañará 
a nuestra eternidad. 
Y la vida nos mecerá. 
Nuestro cuerpo no tendrá mente 
y el pensamiento dejará de analizar. 
Seremos madera de naufragio 
arrastrada por las corrientes 
de los ríos que no siempre van a dar al mar.
El tiempo, 
nos limita los quehaceres de ocio 
y descanso, 
nos obliga
a tomar las riendas de nuestro barco 
para impedir que vaya a la deriva. 
Al asir fuerte el timón de la vida, 
descubrimos que hay equipaje que nos pesa 
obligándonos a adoptar decisiones 
que no nos gustaría llegar a tomar.
La vida es tiempo 
y el tiempo marca 
inexorablemente, 
nuestro reloj.       
   
  (Poema de una bloguera con el seudónimo de Mascab )


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