La creciente
comunicación e interdependencia entre las naciones unifica mercados, sociedades
y culturas, apoyándose en el desarrollo tecnológico, especialmente de las
tecnologías de la información y de las comunicaciones; la aparición de las
computadoras personales en los centros laborales y el hogar, y la emergencia de
la llamada sociedad de la información como superadora
de la sociedad
industrial.
Según Ignacio
Ramonet, en la comunicación de masas siempre se han dado casos de trucajes y
mentiras: “Los medios ya no se dirigen a nosotros para transmitirnos
informaciones objetivas, sino para conquistar nuestras mentes, nuestros
espíritus”.
Cuenta Ramonet en
su libro Propagandas Silenciosas que en abril de 1981, una periodista
del prestigioso Washington Post, Janet Cooke, obtuvo el premio Pulitzer por un
extraordinario reportaje sobre un niño, sistemáticamente drogado por el amante
de su madre y convertido en un adicto a la heroína a la edad de ocho años… Pero
ni el niño, ni el amante, ni la madre existieron jamás.
Podríamos afirmar
que en la época de Marx los procesos comunicativos eran más lentos, y por ende,
la propia información no había adquirido el carácter de mercancía que hoy se le
atribuye por los grandes intereses monopólicos y de las transnacionales en el
mundo.
El propósito es
evidente, pues no oculta la conformación
de estereotipos, conduciendo al embrutecimiento, domesticación de las
almas y hasta la manipulación de las mentes.
NATURALEZA DE LA GLOBALIZACIÓN
La globalización
es un término que se utilizó por primera vez en 1985, por Theodore Levitt, en The
Globalization of Markets, con el objetivo de explicar las
transformaciones que se producían en la economía internacional. Es un vocablo
aplicado a describir los cambios en las sociedades y la economía mundial.
Expertos
consideran que es una etapa superior del desarrollo capitalista y su fase superior,
el imperialismo. “Un proceso fundamentalmente económico, que consiste en la
creciente integración de las distintas economías nacionales en un único mercado
capitalista mundial”, según consigna el documento Desinflando la globalización,
de Gladys Hernández, Licenciada en Relaciones Internacionales.
“Lo misterioso de
la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la misma refleja ante
los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos
inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de
dichas cosas, y, por ende, en que también refleja la relación social que media
entre los productores y el trabajo global, como una relación social entre los
objetos, existente al margen de los productores. Es por medio de este quid
pro quo [tomar una cosa por otra] como los productos del trabajo se
convierten en mercancías, en cosas sensorialmente suprasensibles o sociales”,
razonaba Carlos Marx en su obra maestra El Capital.
Las técnicas de
manipulación son contemporáneas con los servicios de inteligencia de los
imperios coloniales; nacieron antes de que J. P. Goebbels acuñara la frase
«miente, miente, miente, que seguramente algo quedará», puntal de la cruzada
nacional-socialista en la
Alemania de Adolf Hitler.
Pero Goebbels,
además de haber aprendido de otros, solo fue un perfeccionista de la
manipulación en el momento histórico que le tocó vivir (1897-1945), período hoy
superado por una nueva estrella de la falsificación, George W. Bush, el
expresidente norteamericano.
Así como Hitler se
propuso asegurar las fronteras alemanas en un contexto más o menos cercano,
Bush decidió defender las fronteras de Estados Unidos en todo el mundo: para él
«todo el mundo» es América, ningún lugar del mundo escapa a las pretensiones
hegemónicas estadounidenses.
Sobre este asunto la destacada investigadora
y periodista argentina Stella Calloni contestó en una entrevista a la revista Alma
Mater que precisamente la manipulación
del imperio halla reflejo en el quehacer de los medios que le hacen el juego y
que, en el ejercicio de la profesión, muestran una manipulación siniestra,
inicua, que solo puede ser combatida por quien esté capacitado para impugnarla.
“Si dichos medios,
las más de las veces, pueden llegar a manipularnos, es porque de antemano, con
intención, «vaciaron» nuestros países; porque los nexos internacionales
facilitan el colonialismo cultural; y porque dejaron a nuestras sociedades
huérfanas de educación y cultura... Yo también quería terminar hablando de
periodismo: quería decir que, por las mismas razones enunciadas, el nuestro
debe y tiene que ser un periodismo de resistencia, por la verdad, desafiante de
la «objetividad» colonialista...”, concluía Calloni.
Por su parte el
escritor uruguayo Eduardo Galeano, al presentar su libro Espejos, manifestó que la
democracia se encuentra amenazada por la mentira de quienes ejercen el poder y
calificó de "histeria separatista" los reclamos autonómicos en
Bolivia: “Hay todo un sistema de poder que trabaja de manera muy inteligente
para convencernos de que las injusticias de la historia son fatalidades del
destino y que no tenemos más remedio que aceptarlo", refirió.
"O la democracia aprende a decir la verdad y de una vez empieza a condenar la mentira o está condenada ella misma a mentir a perpetuidad", sostuvo Galeano.
"O la democracia aprende a decir la verdad y de una vez empieza a condenar la mentira o está condenada ella misma a mentir a perpetuidad", sostuvo Galeano.
CRISIS DE LA VERDAD
La pura verdad es que la verdad está en crisis. Hasta el año 1989 el
muro de Berlín era un tema recurrente en el mundo mediático; sin embargo, otros
muros como los construidos en Río Grande, entre EE.UU y México, el edificado
por Israel frente a los palestinos, o los levantados en Ceuta y Melilla, para
detener la inmigración hacia España, han sido silenciados por los grandes
medios. Así de sencillo la sociedad capitalista precia la mentira como
mercancía global.
Esa
sociedad mueve sus resortes mediáticos por un abierto interés hegemónico y
financiero internacional, que ha
condicionado y mundializado el espectáculo, al extremo que ya es
evidente que el dominio del llamado Tercer Mundo por el Primero no es sólo
económico, sino que incluye el ámbito cultural.
“Aunque
la globalización no tiende a igualar las condiciones de existencia de todos los
seres humanos, sí intenta sembrar en todos los mismos imaginarios, las mismas
aspiraciones, la misma seudo-espiritualidad. La mcdonalización de la cultura es
capaz de avanzar más rápido y llegar más lejos que el propio mercado de las
McDonalds. Se puede vivir su espectáculo aunque no se pueda consumir sus
hamburguesas. La cultura chatarra queda más al alcance de las grandes masas que
los fast food”, escribió Guy Debord, en
1967, al tiempo que agregaba que "de participar como un solo bloque en la
misma organización consensual del mercado mundial, espectacularmente
falsificado y garantizado", afirma Debord, Guy en La
sociedad del espectáculo.
Igualmente,
el profesor José Ramón Fabelo indica que la propia proclamación de un mundo
global único sería el primer producto del nuevo espectáculo globalizado. El
mundo es ahora uno sólo, sí, pero como espectáculo, es decir, como falsificación
de la realidad. De hecho sigue siendo un mundo profundamente escindido por
grandes contradicciones, desigualdades y asimetrías.
El
recurso al espectáculo de la globalización responde a una necesidad de la
neoliberalización del mercado mundial. Borrar las fronteras nacionales, evitar
todo proteccionismo, desinflar los Estados y pasar todo el poder real a las
transnacionales requiere de la ilusión de un mundo global de iguales, sentencia
Fabelo, quien medita que de la misma forma en que la relación obrero-propietario
espectacularmente se presenta como vínculo entre agentes libres e iguales,
ahora el mercado mundial requiere que impere la falacia de la libertad y la
igualdad global, como condición para que el capital haga por sí sólo la labor
que en otros tiempos realizaban las invasiones, conquistas, colonialismos y
neocolonialismos, pero ahora ya preferiblemente sin ejércitos, sin riesgos y
como resultado de un automatismo mercantil que "legitima" moral y
jurídicamente la expoliación de unos hombres por otros y la presenta como
relación natural, cosificada, fetichizada.
CASTIGO DE LA MERCANCÍA
Hoy
las sociedades son víctimas de una desmedida avalancha de informaciones, mitos,
modas, sueños… imágenes que dominan a las masas y las convierte en objetos o
mercancías mediante el poder de la información, la publicidad, costumbres y
lenguaje, actuando cada vez menos por si mismo, perdiendo la identidad a causa
de las leyes del sistema mercantil.
Otro
especialista, el prestigioso periodista cubano Ernesto Vera, comenta que hoy se puede
comprobar mejor como hay una voz de ordeno y mando, que existe toda una
organización de la mentira al observar no solo la oposición de terrorismo
mediático a los candidatos que promueven cambios a favor de los pueblos, sino
también después, cuando realizan abierta hostilidad mediante métodos
desestabilizadores contra esos gobiernos. La orden que tienen del imperialismo
y de su instrumento llamado SIP es no abandonar sus empresas y el país donde
operan para así tratar de causar más daño a esos procesos.
El
mundo sufre el castigo del mercado, la guerra mediática y el cultivo de la
democracia como mito. Hay muchas preguntas que debemos enfrentar como si
permitiremos que nos sepulten los medios de comunicación inventando una realidad,
digamos, virtual; quizás todavía un mundo sano y rico en valores humanos sea
posible rescatar para las futuras generaciones. Luchemos porque cada
arbitrariedad y mentira hegemónica reciba un golpe demoledor, en defensa de las
culturas e idiomas que identifican a nuestros pueblos.
No
seamos cómplices, ni clientes, de la mentira global que enajena a las grandes
masas de desposeídos. Pateemos, como a una pelota de fútbol, toda la mentira
que se forma como una gran estructura de un edificio, y derrumbémosla cada día,
cada vez que surja una idea macabra que explote a los humildes o conduzca al
descerebramiento colectivo que pretende borrar el pasado histórico.
Apenas sucedieron
los acontecimientos del 11 de septiembre, un investigador publicó el
contundente trabajo La gran impostura, que desmentía la versión del poder
imperial, demostrando que el uso oficial de la mentira es una bomba de tiempo,
pues los engaños de Bush superaron todo lo conocido para justificar alguna
guerra, al mentir sobre la posesión de armas de destrucción masiva
inexistentes, predisposición del pueblo iraquí favorable a la invasión y la
vinculación de Sadam con Al Qaeda.
“Hay que
aprovechar cualquier situación para denunciar las mentiras, y mostrar por
ejemplo que el terrorismo más peligroso y agresivo de nuestro tiempo es el
"terrorismo de Estado" del gobierno de los Estados Unidos, que lo
aplica de hecho y como amenaza en todas partes del mundo. "Quien no está
ciegamente con ellos está contra ellos". Estas mentiras deben ser
denunciadas y examinadas con severo espíritu crítico. El pensamiento crítico y
científico es el mejor antídoto en contra las mentiras del imperialismo”,
argumentó el español Ramón Chao, durante el Foro sobre Terrorismo, auspiciado
por el MINREX.
Al releer el
artículo “Notas para el estudio de la ideología de la Revolución Cubana”,
de Ernesto Che Guevara, ahondamos más en este tema de necesidad de que la
verdad vuelva al trono de las sociedades, y detenga el colapso mediático y la
transculturación que están abocados todas las naciones.
“Convendría decir que la teoría revolucionaria, como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado; es decir, que la revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, sin conocer la teoría [...] Se debe ser “marxista” con la misma naturalidad con que se es “newtoniano” en física, “pasteuriano” en biología, considerando que si nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitará nunca su parte de verdad a aquellos otros que hayan pasado [...] Es decir, y conviene puntualizarlo una vez más, las leyes del marxismo están presentes en los acontecimientos de la Revolución Cubana, independientemente de que sus líderes profesen o conozcan cabalmente, desde un punto de vista teórico, esas leyes”.
“Convendría decir que la teoría revolucionaria, como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado; es decir, que la revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, sin conocer la teoría [...] Se debe ser “marxista” con la misma naturalidad con que se es “newtoniano” en física, “pasteuriano” en biología, considerando que si nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitará nunca su parte de verdad a aquellos otros que hayan pasado [...] Es decir, y conviene puntualizarlo una vez más, las leyes del marxismo están presentes en los acontecimientos de la Revolución Cubana, independientemente de que sus líderes profesen o conozcan cabalmente, desde un punto de vista teórico, esas leyes”.
Pero el mundo
unipolar no cesa en sus manipulaciones. Cuánto no ha derrochado en su afán de
implantar el ALCA, que al fin de cuentas imposibilitará condiciones de igualdad
entre los países.
La humanidad
llegará a un clímax en que, entre conflictos y toma de conciencia, tratará de
detener la brecha entre los millones de pobres y las minorías ricas, o perecerá
como especie.
Sólo así las
nuevas generaciones heredarán un mundo donde se globalice la verdad, la
justicia y el amor entre los pueblos.
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