Barquet y la poesía de la diáspora post revolucionaria

Conectar las poéticas, las estéticas y los imaginarios populares de ambas orillas a través de un puente literario es el gran desafió que propone el poeta y crítico literario Jesús Barquet para romper con los esquemas de lo que se considera nacional o cubano en materia literaria. Perteneciente a la generación que emigró de Cuba por el puerto del Mariel, en 1980, Barquet no cesa en el empeño de crear un “solo corpus” literario cubano sin importar el lugar desde donde se escriba. Recientemente realizó un conversatorio acerca de la poesía cubana de la diáspora post revolucionaria en la Casa de la Memoria Escénica de Matanzas. 

¿Cómo se podría medir el impacto de la poesía cubana o en sentido general en los Estados Unidos?

La poesía dentro de los géneros literarios es una de las más desventajadas debido a la despopularidad. Las personas no compran mucha poesía, no es un elemento mercadeable. Los mismos escritores famosos, donde les publican sus novelas, si presentan un poemario, tienen que buscar otra editorial. Es un tema que tiene sus peculiaridades en el siglo XXI, quizás en el XIX, tal vez si eran apreciados. La poesía cubana en español tiene su impacto dentro de la comunidad. Las comunidades hispánicas no se comunican como debieran. Y no es fácil encontrar estos puentes entre las comunidades, existen pero no son tan comunes. La poesía cubana tiene su ritmo, la mexicana su ritmo. Dentro de la comunidad hispana en los Estados Unidos, la poesía cubana es una de las más importantes. Yo diría que habría que hablar más de la de habla inglesa para medir si ha tenido algún impacto, creo que no se mide por popularidad.
 

Usted pertenece a la Generación del Mariel, ¿Dentro de la poesía de la diáspora cuáles son las principales líneas que diferencian a la Generación del Mariel con la que llega ahora a los Estados Unidos y se inserta en el movimiento literario del exilio?
Sé que se habla de la Generación del Mariel, yo mismo he usado el término, pero quizás sea mejor hablar del Grupo del Mariel, porque a veces para hablar de generación hay que establecer un concepto y se crea un problema teórico. Hablar de grupo es más fácil. En el Grupo del Mariel, hay autores que empiezan a producir en los 60 en El Puente como es el caso de Reinaldo Arenas y otros autores que comenzamos a producir y publicar a finales de los 70 y 80. Confluyen dos grupos que pudieran ser dos promociones de generaciones o simplemente dos generaciones, por eso prefiero hablar de grupo y no solamente incluir a los que salimos en bote por el puerto, sino a toda una serie de escritores que llegaron al exilio, precisamente uno o dos años antes o después del Mariel, como es el caso de Heberto Padilla.
El Grupo del Mariel fue muy importante en términos literarios. En la narrativa si se evidencian más en ciertos temas de la realidad cubana que en los 60 y 70 no aparecían y si aparecían eran como elementos curados, hablo de la sexualidad, la marginalidad, droga, rock and roll, todos estos personajes que en los 60 existían en Cuba, realmente en la narrativa cubana de esa época no aparece. Y estos son elementos que dañan el corpus generacional. Sin embargo la narrativa del Mariel, de los años 80 es muy interesante porque estos espacios urbanos y estos sujetos del mundo urbano habanero aparecen en la narrativa, en mi opinión por primera vez y son escritos con cierta justicia humana. Se comprenden sus actitudes, simplemente sujetos con derecho a sus opciones de ropa, de pelo, ideológicas y ese registro es interesante. En los años 90 Pedro Juan Gutiérrez y el mismo Leonardo Padura empiezan a introducir estos elementos. Pero los que primeros se sumaron a esta marginalidad fue el Grupo del Mariel, sin un sentido justiciero.
 

¿Cuáles pudieran ser las principales temáticas abordadas por los poetas cubanos exiliados?
Desde los años 60 se hacía una literatura ocultada y publicada en el exterior y esa continuación no se conoce lo suficiente. La poesía de la diáspora no es solo la que se inicia en Cuba y después continúa en Estados Unidos, sino que incluye autores que se han ido y producen fuera de Cuba.
En las décadas de los 60 y 70 existía una poesía política, podría llamarse comprometida. Una línea importante en la poesía de la diáspora es el discurso de la nostalgia, en todo emigrado o exiliado hay nostalgia. Existe un discurso de la nostalgia en dos líneas: crítica y romántica. La Cuba que se nostalgiza en la década de los 80 es la crítica, no se idealiza el objeto nostalgizado. Pero en general a los poetas nos incomoda que nos califiquen como seres nostálgicos.
Otro tema es la reconstrucción de lo cubano. En los 60 y 70 lo afrocubano es una forma de aferrarse a lo cubano. Desde la cultura se trata de encontrar un espacio vacío. También los mitos lo hacen desde una lectura de lo cubano.
En los años 80 surge un grupo que fueron aquellos niños que salieron de Cuba en los 60 y 70, y que tenían 20 y tantos años y comenzaron a  publicar. La obra de los cubanos comienza a salir en los mercados norteamericanos. Estos escritores son bilingües y afloran al mismo tiempo que los de El Mariel llegaban a los Estados Unidos y empezamos a publicar juntos. Lo latino en inglés fue un boom, pero ya también funciona lo latino en español, eso se ha comercializado. En Miami hay como 6 o 7 editoriales, todos los escritores tienen su editorial.
 

¿Cómo tender un puente para que la literatura cubana que se produce desde Cuba y la que se produce desde el exilio sea una sola?
Creo que ya estamos listos por ambos lados para que se pueda hacer ese trabajo de agrupar, primero de conocernos unos y sobre todo dentro de Cuba que se empiece a conocer toda esta producción literaria producida y publicada fuera de Cuba, fundamentalmente  en los Estados Unidos por la mayoría de los cubanos emigrados. A partir del conocimiento de esos textos concretos y no a partir de prejuicios y teorías empezar a elaborar un nuevo canon de la cultura cubana, ajustado a los cánones de la literatura nacional y de la crítica, que muchos criterios se revisen sobre todo a la hora de busca novedades, prioridades, liderazgo en algunos temas. Se revise todo eso a partir del conocimiento de esta producción, que ya existe desde los años 60 y que lamentablemente uno ve que no se conoce dentro de Cuba.
Fuera de Cuba creo que tenemos más acceso a la producción cubana dentro de la Isla. Los que trabajamos en la academia tenemos mucho más acceso porque en las universidades hay mucha información sobre lo que se produce en Cuba, por ejemplo la universidad de Miami, tiene una biblioteca impresionante donde está toda la producción cubana, es muy raro que falte ahí algún libro de dentro y de fuera. Tienen un trabajo muy depurado. Entonces uno si quiere y tiene las posibilidades puede acceder. Lo importante es que en Cuba esa información comience a entrar y a estar a disposición de los críticos y el público para revisar nuestra cultura porque creo que va siendo hora de que toda esa literatura conforme un solo corpus crítico diverso, pero sin exclusiones.
En ese sentido el puente viene bien, y es un puente que ya se está haciendo. Hay editoriales en el extranjero, incluso fundadas por emigrados y exiliados que están publicando a autores que viven en la Isla, sin ninguna intención de emigrar, inclusive hay editoriales dentro de Cuba que están publicando a autores que viven fuera de Cuba. Eso creo que 30 años atrás era impensable.
 

Virgilio López Lemus dice que usted tiene una poesía del desarraigo sin ser un desarraigado, ¿cómo explica eso?
Hay veces que uno tiene una visión medio crítica de lo que uno es, el hecho de que uno se pase todo el tiempo leyendo poesía o haciendo críticas, que uno mismo es nostálgico de las nostalgias de otros y de los desarraigos de otros. Creo que uno mismo tiene conciencia del desarraigo de uno, pero el hecho de que uno tenga constancia y conciencia de su propio desarraigo no quiere decir que no sienta con menos conciencia y corazoncito desarraigo.
También el hecho de que uno tenga esas conciencias y esos desarraigos lo llevan a ver desarraigos en otras realidades que también son tan enriquecedoras como la cubana, pero también hay que pensar que el mundo es vasto, ajeno y riquísimo. Ahora resido dos meses en Brasil y quizás sea más enriquecedor que Cuba.
Si te encierras en el desarraigo, puedes mirarte en el espejo todo el día o entender que ese desarraigo libera tus raíces para que puedan arraigarse voluntariamente a cualquier otra realidad. Esa puede ser la misma norteamericana, que puede ser muy rica en algunos aspectos, la misma brasilera o cualquier otra realidad, la mexicana también. Son realidades que también nos nutren.
 

¿Cómo pervive Agustín Acosta en Miami? En Matanzas fuera del círculo literario no es un poeta conocido para la masa y sin embargo fue el segundo Poeta Nacional de Cuba.
Agustin Acosta hasta los década del 50 era el Poeta Nacional, sobre todo por su libro La zafra. Ese libro es un referente para la poesía cubana y tiene otros poemas. Después sale de Cuba. Yo hice una antología de poesía cubana en el siglo XX para el Fondo de Cultura Económica y tuve que revisar a Agustín Acosta. Quería ver como había sido en el exilio, un poeta que fue Poeta Nacional de Cuba, pero él publicó poco después que se fue de Cuba. Tiene cosas interesantes, muy conversacionales, tiene un poema sobre la provincia, tiene una poesía muy hermosa, y melancólica. Me sorprendió el Acosta que no era el neoclásico, sino con temas más íntimos.
 

Usted ha venido a presentar la Antología de poesía cubana contemporánea, Todo parecía, que toca temas gays y lésbicos. ¿En qué criterios de selección se basó?
Esa antología la realicé junto a Virgilio López Lemus y la dedicamos a Alberto Acosta Pérez. Los temas gays y lésbicos quedan explícitos en el libro. No es una antología de autores gays o lésbicos, la vida personal no importa. No hicimos un prologo muy elaborado. Quisimos que todos los poemas reflejaran la homosexualidad, pero que no fuera un libro de poesía erótica. En la poesía homosexual no todo es sexo, aquí abarcamos todos los aspectos de la vida humana. Intentamos buscar la homoafectividad del sujeto o ente, no del autor. El yo poético y el tú destinatario como un sistema metafórico monoafectivo. Buscábamos temas inéditos. En la antología se encuentran autores como Abilio Estévez, Alina Galeano, Antón Arrufat, Virilio López Lemus, Norge Espinosa, hay dos matanceros incluidos, Alfredo Zaldívar y Mabel Cuesta.
Severo Sarduy dijo en algún momento que él al salir de Cuba había logrado visualizar y entender mejor a Cuba. Usted dijo en algún momento que los poetas cubanos también se autoafirmaban a través de su poesía. 


¿En su poesía queda esa huella de hacer su marca y definir de dónde proviene? ¿Al alejarse ha visto a Cuba de otra manera?
Eso que dice Sarduy, realmente ya el propio Carpentier lo había dicho. El negrismo habría que estudiarlo por Lidia Cabrera que se encuentra fuera de Cuba. Es algo viejo, que viene de las Vanguardias. Carpentier lo hizo con el Reino de este mundo, cuando empieza a ver a América desde Europa. La posición física de uno, a veces puede ser irrelevante en un sentido de identidad, pero si puede ser relevante en cuanto se ve lo que no tienes con otros ojos, de repensarlo. A veces el discurso nacional puede ser muy monologante, estamos leyendo las mismas críticas, los mismos textos, los mismos autores. Es bueno ver como los otros te ven a ti. Carpentier descubre lo real maravilloso en Paris. En Rayuela, estamos en Paris también. Lo que desde el extranjero vemos como lo nacional es muy importante con estos nuevos discursos y temas, que quizás tengas una mayor distancia, pero con una mayor objetividad lo que tú tenías o todavía tienes.
Sarduy al salir de Cuba dijo una frase muy inteligente: “Desde Paris, yo nunca he salido de Cuba”.

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